Si algo he aprendido de los viajes es que casi siempre hay que organizarse, ser precavido y tener todo muy bien planeado; chequear reservas, programas, visas, permisos y agenda.  Sin embargo, en otras ocasiones también es bueno perderse e improvisar, ya que es una buena manera de vivir situaciones únicas, conocer otras personas y nuevos mundos.

  Nos pasó el año 2018, junto a mi hija Karime, cuando pude conocer Corea del Sur.   Se trató de un viaje que no estaba en mis planes, por lo que desde que salí de casa tuve que ir armando la ruta y aceptando las sorpresas que el destino tenía.

    Recuerdo que fue un viaje intenso y corto, de muchas anécdotas y situaciones cómicas; regresamos muy cansados, pero contentos de haber podido conocer lugares como el Palacio Gyeongbokgung o la Plaza Gwanghwamun en Seul.  Acá les comparto un par de fotos de ese beneficioso tour para el alma y la mente: